lunes, 1 de noviembre de 2010

Política. LECCIONES DE LAS ELECCIONES Y TAREAS PENDIENTES DE LA OPOSICIÓN EN COLOMBIA


En 1978 el autor cubano Sergio Aguirre publicó un texto titulado Martí y el Partido de la Revolución  en la compilación Dos momentos de una revolución, hecha por la Editora de Ciencias Sociales en La Habana. El texto refiere a José Martí y a su creación del partido independentista de Cuba, como gran antecedente de la revolución Cubana de 1958 – 1959. Dicho texto, aunque es fiel al régimen de Fidel Castro –como podía esperarse del producto de un estudioso pro-régimen y pro-Partido-, muestra un análisis lúcido de la secuencia de sucesos históricos que llevaron a la independencia de la más grande de las Antillas. Dice Aguirre lo siguiente:

El Partido Revolucionario Cubano nació como una consecuencia de la brega independentista iniciada en 1868.
Aquella gesta tuvo perfiles muy heroicos, pero estuvo entorpecida todo el tiempo por la diversidad de criterios que intervenían en su dirección. De tal desventaja no pudieron liberarse los revolucionarios dentro de la Isla ni fuera de ella, por la mucha heterogeneidad clasista existente en Cuba libre y en la emigración (…) (p. 37).
Reproduzco esta cita porque, a pesar de que relata hechos sucedidos a finales del siglo diecinueve, tiene una historia muy parecida a la del sector de ciudadanos opositores al gobierno de Álvaro Uribe. Se trata de un sector de opinión con una causa común en contra del discurso belicista, del armamentismo y de la vigilancia de ciudadanos por medio de “informantes”. Sin embargo, es también un sector poco cohesionado. Por eso, dicho sector no se siente completamente representado por partidos como el Polo Democrático Alternativo y el Partido Verde –lo cual les da también poca legitimidad en su causa como partidos políticos-.

Ya paso el momento para lamentarse por el destino de estas dos agrupaciones políticas. Las elecciones tuvieron un desenlace y en ellas la existencia separada de estos dos movimientos hizo evidente la división de la oposición, que no pudo plantear un programa de trabajo conjunto. Como pasó con los primeros dirigentes que declararon a España la independencia de Cuba: no pudieron dar criterios de unidad a su movimiento y fracasaron en su propósito. Por eso, en este texto planteo mi postura sobre el camino que debe seguir la oposición en Colombia para no repetir sus errores del pasado reciente.

Antes que todo, quiero mostrar algunos aspectos del 2010 que sirven como lección para los ciudadanos de oposición. En primer lugar destaco la forma engañosa en la cual los grandes medios de comunicación presentaron los resultados de las elecciones presidenciales. En sus reportes mostraron que J. M. Santos obtuvo entre 46 % y 47 % de los votos en primera vuelta, y que su inmediato seguidor A. Mockus obtuvo el 23 %. Si se muestra así este mensaje, de manera aislada, da la impresión (que finalmente quedó) de que “Santos dobló a Mockus” y que el resultado en segunda vuelta estaba cantado a favor del actual presidente.

Sin embargo, si hacemos un ejercicio de análisis y observamos el porcentaje de votos obtenido por todos los seis candidatos de partidos con representación parlamentaria que participaron en primera vuelta, los resultados fueron estos: J. M. Santos: 46 %; A. Mockus: 23 %; G. Vargas Lleras: 13 %; G. Petro: 11 %; N. Sanín: 3 % y R. Pardo: 2 %. Los electores de Mockus, Petro y Pardo fueron ciudadanos de oposición. Lo mismo aplicaba para cerca de la mitad de los votantes por Vargas Lleras. El resto son votos de sectores uribistas. Si hacemos la suma de porcentajes de votación por Mockus, por Pardo, por Petro y por la mitad de Vargas Lleras (23% + 11% + 3% + 6%), obtenemos la suma real de votos de oposición en la primera vuelta: 43 %.  Esto muestra que lo que realmente sucedió es que de 2006 a 2010 casi se duplicó el voto de oposición en las elecciones presidenciales, mientras que el voto uribista se hizo más indeciso y se redujo del 59 % al 48 % en el mismo periodo. 

Hasta donde mi conocimiento llega, ningún medio de comunicación presentó este análisis. Solamente se limitaron a reportar 47 % de Santos contra 23 % de Mockus y con ello crearon en la oposición un sentimiento de derrotismo que el uribismo – santismo explotó para la votación en segunda vuelta. A esto se suma el hecho de que en la segunda vuelta aumentó la abstención con respecto a la primera. Lo anterior es una prueba en contra de la propaganda de los grandes medios y en contra de los planteamientos de “sesudos analistas” invitados a exponer sus ideas en dichos medios, que casi nunca resaltaron que esto también reflejaba un nivel de oposición creciente.

En contraste, las elecciones al Congreso mostraron un panorama muy distinto: la suma de escaños ganados en el Senado por el Partido Verde y el Polo Democrático Alternativo es de 10, del total de 100 escaños disputados. En la Cámara de Representantes, únicamente los departamentos de Cauca y San Andrés y Providencia eligieron más representantes de partidos y movimientos no uribistas. Interpreto entonces que la oposición (o al menos los votantes activos que pertenecen a dicho sector) está compuesta por electores con un perfil muy particular que está socialmente sectorizado: electores menores de cuarenta años, de grupos ilustrados y de clase media urbana de grandes aglomeraciones como Bogotá, Medellín o Cali. Dicho sector social se compone de ciudadanos con una mentalidad más moderna que la de los colombianos promedio. Esto también puede explicar la división en sus preferencias electorales de los comicios de este año, entre los interesados en la cultura de la justicia y de “pelea” contra la desigualdad (que probablemente hayan votado más por el Polo Democrático Alernativo) y los interesados en el crecimiento de una cultura normativa y de cultura ciudadana (que probablemente agrupan a los votantes Verdes).

Frente a este panorama en la oposición, el oficialismo (ahora captado por J. M. Santos) ha ganado por la mentalidad de choque armado a la guerrilla en una población hastiada de 62 años (¡62 años!) ininterrumpidos de guerra de guerrillas, en una población que ya no concibe respuesta diferente a contestar piedra con piedra y que no ve salida diferente a la del exterminio de la guerrilla por la mafia; en consecuencia, no ven otra salida que la del régimen uribista o su continuidad. Eso también le suena bien a la sociedad colombiana, que históricamente ha sido clasista, altamente tolerante con la corrupción y conservadora hasta el extremo de creer que si no es con un mesías que de solución a todo no puede salir de sus problemas. 

En este estado de cosas, e incluso a pesar de ese estado, ha crecido un sector ciudadano de oposición conformado por personas comunes, profesionales, comunicadores e incluso algunos sectores de la dirigencia. De manera progresiva, e incluso a contrapelo de los resultados electorales, este sector se ha venido consolidando y creciendo desde hace ocho años y en sus momentos de mejor organización ha logrado elegir alcaldes, concejales y gobernadores. 

Todo esto lo sabe el oficialismo. Por eso comenzó, en cabeza del mismo J. M. Santos, con un modelo de gobierno de “Unidad Nacional” que consiste en el cierre progresivo de posibles espacios de oposición: mediante el control de espacios de contratación, vinculación laboral o vinculación social, busca crear una dependencia funcional, laboral y económica que margine mucho más a la oposición de la difusión de sus ideas y de la opinión pública.

En esta situación, la ciudadanía en la oposición tiene tres tareas para fortalecerse como un sector fuerte de opinión con aspiración a ganar peso en espacios de decisión e influencia:

  1. Continuar el proceso de consolidación que ha sostenido desde 2002, interrumpido por la división que generaron las elecciones de 2010.
  2. Retomar el camino de crecimiento como un sector unificado para reflejarlo en un partido que muestre tal unificación, comenzando por consenso básicos y avanzando en otros temas a través de debates bien orientados. La carta abierta de oferta de alianza del Polo Democrático Alternativo al ex candidato A. Mockus puede ser una primera propuesta para avanzar en la construcción de ese consenso.
  3. Crear y consolidar medios y sistemas de comunicación propios, distanciados de los que pertenecen a grandes grupos económicos y de los aparatos de propaganda oficialista. La experiencia de apoyo en internet y en sus redes sociales mostro ser una estrategia importante, pero aún insuficiente. Es preciso explorar más medios y más canales que provean información desde otro punto de vista al gran público para lograr un mayor equilibrio.
Sin duda, se trata de tareas que imponen un gran desafío. El desafío de crecer como una oposición fuerte en busca de un país más justo, equitativo y respetuoso de las normas. El desafío de mantener los logros de nuestros padres y abuelos, que con gran esfuerzo contribuyeron a sacarnos un poco del subdesarrollo.
N. A. V.

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